El año pasado, cuando pocas personas habían oído
hablar de Steve Bannon o sabían cosa alguna de él, el escritor Ronald Radosh
escribió una nota para el Daily Beast en la cual relató una
conversación informal que había tenido en 2013 con el ex director ejecutivo de Breitbart
News, quien hoy se desempeña como el principal consejero del
presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Radosh escribió él que había asistido
a una fiesta en celebración del lanzamiento de un libro recién publicado,
reunión que tuvo lugar en la elegante residencia de Bannon en Washington DC.
Contó que, instantes antes, había estado observando una foto de la hija de
Bannon, Maureen, egresada de la Academia Militar de West Point y ahora oficial
de la renombrada unidad de combatientes paracaidistas, la 101a División
Aerotransportada del Ejército de Estados Unidos.
Según Radosh, la foto le había llamado la atención
porque mostraba a Maureen Bannon, vistiendo uniforme de combate y sentada, con
una ametralladora en su regazo, sobre un asiento ornamentado que resultó ser,
ni más ni menos, que el trono de oro de Saddam Hussein. La conversación casual
que siguió, según Radosh, comenzó con una frase de Bannon sobre su hija:
"Estoy muy orgulloso de ella." Pero lo que vendría luego sería aún
más sorprendente para el escritor que la foto de la hija de su anfitrión. En un
momento dado, según Radosh, Bannon declaró: "Soy leninista."
Maureen, la hija militar de Bannon, se abraza con Sarah Palin
durante el lanzamiento del libro de esta última
|
La frase lo dejó atónito al escritor. Había oído
hablar de la agenda "populista" y "nacionalista" de extrema
derecha, cristiana, y racialmente supremacista, que Bannon muy aparentemente
promovía mediante su sitio alternativo de noticias y por medio de sus contactos
políticos de alto vuelo, ¿pero leninista? Cuando Radosh le preguntó al
autoproclamado estratega político qué quería decir con ese término, Bannon
habría respondido: "Lenin quería destruir el estado, y ese es también mi
objetivo. Quiero que todo se derrumbe y que se destruya todo el establishment actual.”
Al pedirle que ampliara ese pensamiento, Bannon le habría dicho a Radosh que se
estaba dedicando a aplicar la estrategia de Lenin a los objetivos populistas
del así llamado Tea Party (grupo popular de la derecha
estadounidense). Habría incluido, dentro del grupo al cual había marcado para
su destrucción, a los partidos republicano y demócrata, y a la prensa
conservadora tradicional.
Sin embargo, cuando el escritor envió a Bannon un
correo electrónico el año pasado para avisarle al para entonces director
general de campaña electoral de Donald Trump que planeaba usar parte de esa
conversación de 2013 en un artículo para The Daily Beast, y
preguntó si tenía algo que añadir, Bannon le dijo que no tenía recuerdo de tal
conversación y que, además, no estaba "haciendo medios" en ese
momento. Radosh escribió la historia de todos modos y el renombrado sitio de
noticias sintió que tanto Radosh como la historia eran lo suficientemente
creíbles como para seguir adelante con su publicación. Pero hasta el día de hoy
sigue siendo la palabra de Radosh contra la de Bannon respecto del supuesto
encuentro. Dicho esto, que quede claro que tanto la franqueza combativa de sus
supuestos dichos como su posterior negación en forma de "hecho
alternativo" en cuanto a si tal conversación habría tenido lugar, sacan a
relucir, sin duda y como todos sabemos, la marca dicotómica de Steve Bannon.
Después de que apareciera el artículo de The
Daily Beast, Julia Jones, una antigua colega guionista de Hollywood de
Bannon, apareció brevemente para contar cómo había sido trabajar con él un par
de décadas antes. En una entrevista, Jones, que trabajó con Bannon en el guion
de una película documental sobre Ronald Reagan, lo llamó "un fuerte
militarista" y agregó que él parecía estar "enamorado de la
guerra."
"Es casi como poesía para él," dijo. Jones
afirmó que cuando visitó la casa de Bannon en ese entonces, encontró libros
sobre la guerra en todos lados. "La ha estudiado (la guerra) a través de
los siglos, desde Grecia hasta Roma... cada batalla, cada guerra. Nunca
retroceda, nunca pida disculpas, nunca muestre debilidad. Vive en un mundo en
el que es siempre ‘la hora señalada en el OK Corral’."
Se le pidió que ampliara sus comentarios, luego, en
un segmento del programa New Day de la cadena televisiva CNN. "Steve
siempre se centró en las batallas militares —dijo-. Su biblia fue El
arte de la guerra," dijo a los presentadores Alisyn Camerota y Chris
Cuomo. Pero cuando Camerota la presionó más sobre el supuesto amor de Bannon
por la guerra, Jones pareció quedarse dura, como si de repente se asustara, y
abruptamente dio por terminada la entrevista.
En esta etapa temprana, por lo menos, de una nueva
presidencia estadounidense, Bannon parece haber ganado el premio mayor de la
política, en términos de su propia ideología y metas, al conseguir posicionarse
de manera relevante en el gobierno de Donald Trump. Mejor dicho, Bannon ha
conseguido que Trump promueva la ideología que él busca imponer en Estados
Unidos. Sin embargo, Trump no fue su primera opción. Es sólo que Trump, al
parecer, se ha convertido en el terreno más fértil en el cual Bannon podría
haber plantado su semilla política.
Rasputín, eminencia gris detrás de un zar |
En medio de la confusión generada por la
multiplicidad amorfa de políticos que se presentaron como la "única
opción" para el Partido Republicano, Bannon se encontraba trabajando duro
en busca de la manera de explotar la aparente falta de unidad de dicha
agrupación política. Si creemos el contenido de la supuesta conversación con
Bannon que Ronald Radosh reprodujo en su nota en The Daily Beast,
entonces podemos especular que Bannon estaba probablemente buscando candidatos
que compartieran los principios oscuros de la realidad alternativa retratada en
el sitio Breitbart. Una visión populista y nacionalista que
desprecia las políticas globalistas que han sido fundamentales para mantener al
menos una apariencia de paz mundial durante los últimos 70 años desde el final
de la Segunda Guerra Mundial. Una visión en blanco y negro que imagina al
"Occidente cristiano" en una cruzada contra "los males del
Islam". Una visión internacional políticamente cínica que encuentra una
alianza incómoda entre las dos potencias militares más poderosas de la tierra,
Estados Unidos y Rusia, preferible a una Unión Europea fuerte y unida,
ostensiblemente liderada por el potente poder democrático y moral de Alemania,
una nación que sabe demasiado bien el costo del nacionalismo populista y que
es, por lo tanto, muy crítica de las opiniones de Bannon.
Así fue cómo Bannon buscó crear imágenes positivas
para tales republicanos de extrema derecha como la ex representante de
Minnesota Michele Bachmann y la ex gobernadora de Alaska y ex candidata a la
vicepresidencia del Partido Republicano en 2008, Sarah Palin (quien además
formó brevemente parte de la lista de posibles candidatos a vicepresidente en
fórmula con Trump). Más tarde Bannon fue visto, asimismo, revoloteando en torno
al entonces candidato presidencial para el Partido Republicano, Ted Cruz—el
rival más fuerte de Trump para esa candidatura—buscando también hacer
incursiones en las campañas presidenciales del ex senador republicano Rick
Santorum y del cirujano y político Ben Carson (actual secretario de vivienda y
desarrollo urbano en el gabinete de Trump).
Breitbart News se inclinó hacia Cruz en el 2015, pero más
tarde se volcó francamente hacia Trump, y se convirtió en el sitio oficioso de
su campaña, una vez que el mensaje principal del candidato presidencial
comenzara a centrarse en detener la inmigración islámica. Cuando en agosto del
año pasado Trump se vio forzado a despedir al director de su campaña, Paul
Manafort, después de fuertes acusaciones sobre estrechos vínculos entre éste y
el gobierno del presidente ruso Vladimir Putin, Bannon dejó su puesto en Breitbart y
llenó la brecha como CEO de la campaña de Trump, secundado por Kellyanne Conway
como gerente/vocera.
Bannon, eminencia gris detrás de un presidente |
Antes de eso, la línea de la campaña de Trump
parecía, en el mejor de los casos, caprichosa—indefinida y girando salvajemente
de una posición a otra, dependiendo de la audiencia con la cual el candidato
estaba hablando. Pero a partir de ese momento, para cualquier persona
familiarizada con las posturas de Breitbart News bajo el mando
de Steve Bannon, no era difícil ver que éste se había lanzado dentro de la
cabeza de Trump, convirtiéndose en su voz y en su conciencia política.
Kellyanne se convertiría en la "cabeza visible" de la campaña,
saliendo al cruce de cada pronunciamiento de Trump para tratar de explicar lo
que él había querido decir, en lugar de lo que había dicho. Pero el sujeto que
se encontraba escondido en el despacho escribiendo la letra para "himnos
electorales" de Trump fue Bannon. Y parece obvio que ese matrimonio
ideológico continua, dado el hecho de que el presidente estadounidense no sólo
nombró a Bannon como su asesor principal, sino también como miembro del Consejo
Nacional de Seguridad, situándolo por encima tanto del jefe del Estado Mayor
Conjunto de las Fuerzas Armadas como del Director Nacional de Inteligencia,
quienes fueron degradados casi a nivel de consultores externos.
En un artículo publicado recientemente en la revista online, Quartz,
Gwynn Guilford y Nikhil Sonnad echan un vistazo al Rasputín americano que es
Steve Bannon. Muestran, muy apropiadamente, a Bannon como la eminencia gris
detrás de un líder hueco, una especie de Mago de Oz, y preguntan: "¿Qué
quiere Donald Trump para América?". Ellos responden a su propia pregunta
diciendo: "Sus partidarios no lo saben. Su partido no lo sabe. Incluso él
no lo sabe." Y continúan diciendo que "si hay una visión política
subyacente al trumpismo...la persona a quien preguntar no es Trump. Es su
eminencia gris, Stephen K. Bannon, el estratega en jefe del gobierno de Trump.
"
Para aquellos que preguntan de dónde vino Bannon, Quartz no
pudo contar más sucintamente su historia: "Bannon trascendió sus raíces de
clase trabajadora del estado de Virginia pasando un período en la Marina y
recibiéndose luego en administración de empresas del Harvard Business
School, seguido por una carrera en la empresa de altas finanzas, Goldman
Sachs. Se trasladó a Los Ángeles para invertir en medios y entretenimientos para
Goldman, antes de inaugurar su propio banco de inversión especializado en
medios. A través de una combinación de suerte (un acuerdo fallido lo dejó con
una participación en un exitoso programa televisivo llamado Seinfeld) y un don
especial para expresar la indignación, Bannon se reinventó a sí mismo como una
luminaria menor dentro de la extrema derecha del espectro político, escribiendo
y realizando una serie de documentales cada vez más conservadores."
En uno de esos documentales, su Generation
Zero, que data del 2010, se enfrenta a su propia generación, los así
llamados baby boomers, a los cuales se ha referido —en una
entrevista de 2011 para Gen Y TV con la anfitriona de Discover Your
Voice, Britt Hysen— como "la generación más mimada, egocéntrica y
narcisista que el país jamás produjo." Muy aparentemente capitalista
("su” presidente es, después de todo, “El Donald” Trump) la premisa de
Bannon en esa película era que Estados Unidos se encontraba en medio de una
especie de crisis de identidad política, y que los baby boomers,
nacidos en los años inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, tenían
la culpa de la misma. Los muestra como los jóvenes afluentes de los años
sesenta que, en su gran mayoría, se habían aprovechado de sus sufridos padres,
cuyos propios valores surgieron de las dificultades de la Gran Depresión de los
años treinta y de la Segunda Guerra Mundial en los años cuarenta. Representó la
revolución contracultural de los años sesenta de la época del llamado “flower
power” y la era del movimiento por los derechos civiles como la obra de una
generación de ingratos quienes buscaron abandonar los mismos valores de los
EEUU que habían hecho sus vidas tan sencillas, merced de los sacrificios de las
generaciones anteriores.
Según Bannon, el cambio cultural que su generación
introdujo a medida que esos jóvenes boomers crecieran hasta
llegar a la adultez, ha socavado los valores que hicieron grande a Estados
Unidos y los ha reemplazado con políticas socialistas que han debilitado el
tejido estadounidense. Pero, espere un poco... ¿Bannon no es, entonces,
leninista? Tal vez no, pero la verdad es que la extrema derecha y la extrema
izquierda a menudo terminan por encontrarse frente a frente en imágenes de
espejo.
Lenin, ¿alma gemela? |
Lenin, quien, como el mismo Donald Trump, venía de
una familia adinerada, también quería "hacer que todo se derrumbara",
y, de hecho, lo hizo. Y la época que se introdujo bajo su tutela en la Unión
Soviética fue una en la que las instituciones democráticas previstas por Marx
fueron abolidas y el gobierno se convirtió en un sistema de partido único que
eventualmente llevó a un totalitarismo feroz y a la represión total de derechos
individuales. Lenin siguió siendo la figura central de un gran culto mucho
después de su muerte, un grupo de seguidores compuesto en su mayoría por
personas tan ciegamente leales a su imagen y defensores de ella como muchos de
los seguidores de Donald Trump han demostrado ser hoy en día, y sigue, incluso
ahora, siendo una figura muy controvertida en la historia política. Mientras
que los marxistas-leninistas siguen venerándolo como defensor de la clase
obrera, los críticos tanto de la derecha como de la izquierda del espectro
político lo ven como el iniciador de una dictadura totalitaria que aplastaría
al socialismo democrático ocultando los manejos del trabajo del gobierno detrás
de un manto de clandestinidad, y llevando a cabo algunos de los peores abusos
de los derechos humanos y civiles en la historia del mundo moderno.
Hasta que el Presidente Trump realizara su muy
esperado primer discurso ante una sesión conjunta del Congreso de Estados
Unidos hace unos días, la mayor parte de su retórica continuó siendo del mismo
tipo de lenguaje agresivamente crítico, políticamente divisivo y abiertamente
combativo que Bannon y su equipo —conocido en la Casa Blanca, como él mismo
confiesa, como "The Fight Club"— había escrito para él durante
la última parte de su campaña electoral. Sin embargo, después de su discurso en
el Congreso —escrito, algunos observadores han sugerido, por cabezas más frías
que la de Bannon de entre el plantel presidencial— incluso algunos de sus
críticos más duros elogiaron, cautelosamente, dicha presentación como más
presidencial, más conciliadora, menos combativa y al menos un poco más
sustantiva que lo que se venía escuchando previamente en las primeras semanas
de su administración.
¿Se debe tomar esto, entonces, como una especie de
"reseteo"? ¿Significaría que el hecho de merecer la calificación de
aprobación más baja de cualquier presidente que se recuerde para esta etapa
temprana de su administración ha llevado a Donald Trump a dejar de pronunciar
las palabras que su consejero en jefe orgullosamente combativo ha estado
metiéndole en la boca? Y si es así, ¿significará el desvanecimiento del poder
del Rasputín americano, Steve Bannon, sobre el pensamiento político del
presidente de Estados Unidos, y el inicio de una línea política algo más
moderada?
Son pocos entre los más experimentados comentaristas
de Washington quienes piensan así. En una irónica referencia a frases de Trump
quien calificó recientemente a la prensa nacional e internacional como "el
enemigo del pueblo" (Bannon-Lenin no podrían haberlo dicho mejor), el
editorialista Jacob Weisberg de la publicación online llamado Slate bromeó
en un tuit: "Los enemigos del pueblo dándole a Trump comentarios positivos
por no sonar como un dictador enloquecido."
Como John Cassidy de The New Yorker señalara
en una nota editorial después del discurso presidencial, "Si había algo
nuevo en lo que Trump dijo al congreso, fue, en gran parte, estilístico. No
giró para nada, simplemente hizo piruetas, y luego se hundió en el mismo
terreno político que ya viene afirmando."
Hasta ahora, a juzgar por el aumento de 54.000
millones de dólares en el gasto militar que el presidente Trump promovió en su
discurso y por sus planes de tener a las Fuerzas Armadas más poderosas de todos
los tiempos y de extremar reducciones en el nivel de la ayuda que su país dirige
hacia el exterior, la visión de Bannon de un Estados Unidos ultra nacionalista
y militarista bajo una presidencia poderosamente autocrática parecería seguir
gozando de buena salud en Washington.
ADELANTE TRUMP, ADELANTE BANNON, A SANEAR LA EXISTENCIA HUMANA EN EL GLOBO.
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