Cuando joven, me creía un hippie. También me consideraba un artista. Era músico y pintor. Lo que me atraía no fue la cultura psicodélica de la droga que creció en torno al movimiento hippie, sino la filosofía del así llamado flower power sobre la base de la cual se fundó ese movimiento, lo cual creó una verdadera revolución cultural que se extendió por todo el mundo. Era una filosofía que promovía todo lo que debería ser la norma aceptada en el mundo: paz, armonía, empatía, cooperación. Por encima de todo, el amor. Los hippies eran vistos por el establishmen t como "muchachos locos". Pero el aprendizaje que el movimiento hippie dejó al mundo vino a través de su apertura de mentes de todas las edades, no sólo a la posibilidad, sino también a lo apropiado de su filosofía de amor y bondad. En ese contexto, no eran los hippies los que estaban "locos", sino el establishment , sociedades enfermas que promovían la guerra, la división, el racismo, la represión y la
Hace aproximadamente una década, me pregunté seriamente ¿por qué, si todas las principales religiones predicaban la paz y si casi todas las naciones más poderosas profesaban adherirse a uno de los principales cultos religiosos, el mundo ha vivido en un estado de guerra casi constante desde el amanecer de la sociedad organizada? En el transcurso de mi búsqueda de respuestas a este acertijo, he llegado a ciertas conclusiones sobre la paz y la guerra que, con el fin de año ya a la vista, querría compartir con ustedes. 1. La guerra es más fácil de promover que la paz. Los gobiernos, y de hecho las principales religiones, tienen una larga y horrorosa historia de apoyo a la guerra por encima de la paz. Todavía hoy, el mundo padece el flagelo no sólo de guerras políticas sino también de "guerras santas", que en ambos casos responden a motivos ocultos basados en el poder y en la codicia en vez de en sus causas declaradas tanto "patrióticas" como "religiosas&q